El cambio
climático impacta la infancia
Yohannessen
K
Medwave, January
2024; Vol 24, Issue 1
En su último
informe, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) afirmó que
desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal impulsor del
cambio climático a través de modificaciones antropogénicas persistentes en la
composición de la atmósfera o el uso de la tierra.1 El calentamiento
global ha provocado sequías y desertificación, acidificación de los océanos,
derretimiento de los polos, aumento del nivel del mar y aumento de la
frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos (temperaturas
extremas, fuertes lluvias e inundaciones, incendios forestales). Los daños
evidentes a los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad tienen consecuencias
devastadoras para la salud, el bienestar y las condiciones de vida de la
población.1,2
El cambio
climático representa uno de los principales desafíos para la salud pública por
sus impactos directos. Estos están relacionados con lesiones, enfermedades,
agravamiento de comorbilidades y muertes por eventos climáticos extremos. Por
otro lado, los impactos indirectos actúan a través de los sistemas naturales,
aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias, enfermedades transmitidas
por los alimentos y el agua y enfermedades transmitidas por vectores.3
El cambio climático
es la mayor amenaza que enfrentan los niños y jóvenes del mundo. Esta porción
de la población es más vulnerable a los efectos del cambio climático en la
salud por cuatro razones principales:
1.
Tienen menos capacidad para soportar físicamente
fenómenos meteorológicos extremos.
2.
Tienen sistemas fisiológicos que aún están en
desarrollo y sus cuerpos se adaptan a un ritmo más lento, lo que los hace más
susceptibles a las enfermedades relacionadas con el clima.
3.
Corren mayor riesgo que los adultos de morir a
causa de enfermedades sensibles al clima y fenómenos meteorológicos extremos.
4.
Tienen toda la vida por delante; La exposición a
la degradación ambiental y sus efectos a una edad temprana puede afectar
negativamente su vida adulta.4,5
Como profesionales
de la salud y equipos de salud infantil, debemos asegurar que se tomen medidas
de adaptación sanitaria en respuesta a los efectos del cambio climático para
que los sistemas de salud estén preparados para atender a los niños y
adolescentes afectados por impactos directos e indirectos en la salud. La
Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha reconocido que el cambio
climático plantea riesgos importantes para la salud y el bienestar de la
población, especialmente de los niños y adolescentes. También exige esfuerzos
por parte de las autoridades sanitarias para crear sistemas de salud
resilientes al clima que puedan anticipar, prepararse, prevenir, responder y
recuperarse rápidamente de los riesgos climáticos. Algunos aspectos esenciales
de estos sistemas son:
1.
Preparar la infraestructura sanitaria,
garantizando instalaciones más seguras y operativas durante y después de los
eventos climáticos.
2.
Capacitar y sensibilizar al personal de salud
para reconocer los signos y síntomas de condiciones de salud relacionadas con
el clima.
3.
Identificar eventos sensibles y riesgos por área
geográfica para anticipar eventos de salud específicos.
4.
Implementar sistemas de vigilancia para
anticiparse y preparar los establecimientos de salud.
5.
Empoderar, educar y crear conciencia entre los
representantes locales de salud, incluidos niños y adolescentes.3
Si bien los
impactos directos e indirectos del cambio climático en la salud de niños y
adolescentes son significativos, no podemos pasar por alto sus impactos en los
determinantes sociales de la salud que afectan las condiciones en las que los
niños nacen y crecen y que amenazan con revertir los avances logrados en
términos de salud y bienestar infantil.
El Fondo de
las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha sido enfático al afirmar que
la crisis climática es una crisis de derechos de los niños y que el cambio
climático puede amplificar las vulnerabilidades de los niños que ya viven en
circunstancias peligrosas. Algunos de los derechos de los niños amenazados o
vulnerados por el cambio climático son:
Derecho a la salud. La falta de preparación de los sistemas y servicios
de salud debido a los daños a la infraestructura sanitaria hace que las
intervenciones de emergencia sean menos efectivas o inexistentes.
Derecho a la vida y a la supervivencia. Los fenómenos meteorológicos
extremos ponen en peligro directa e indirectamente la vida y la supervivencia
de niños, niñas y adolescentes y sus familias.
Derecho a un ambiente sano y seguro. La degradación ambiental causada
por el cambio climático afecta el entorno donde los niños y adolescentes nacen,
aprenden, juegan y se desarrollan. Además, cuando un lugar se vuelve inseguro,
muchas familias se ven obligadas a mudarse y los niños y adolescentes se ven
obligados a abandonar sus escuelas y comunidades, lo que afecta su educación y
bienestar.
Derecho a la alimentación. El cambio climático afecta la producción de
alimentos, provocando escasez de alimentos y aumentos de precios, aumentando la
desnutrición infantil, retraso en el crecimiento y vulnerabilidad a las
enfermedades.
Derecho a la educación. Los fenómenos meteorológicos extremos suelen
perturbar la educación de niños y adolescentes (escuelas dañadas por
inundaciones e incendios, entre otros), provocando la pérdida de oportunidades
de aprendizaje. Por otro lado, las temperaturas extremas y el humo de los
incendios podrían hacer que las aulas sean inseguras o inadecuadas para el
aprendizaje.
Derecho a la participación. Los niños y adolescentes suelen quedar
excluidos de las decisiones relacionadas con el cambio climático, aunque su
futuro esté en juego.
Todos estos derechos amenazados y violados son perjudiciales para la
salud, el desarrollo cognitivo y los resultados de aprendizaje actuales y
futuros de este grupo de edad, lo que en última instancia afecta el logro
educativo y las oportunidades laborales posteriores.4,5
Los profesionales de la salud y los equipos de salud infantil deben
garantizar medidas de adaptación en todos los sectores. Esto exige poner “la
salud en todas las políticas” para abordar los impactos del cambio climático en
el desarrollo saludable de niños y adolescentes de cara al futuro. En otras
palabras, debemos considerar cómo la preparación para los impactos indirectos
actuales del cambio climático beneficiará a los futuros adultos y a las
próximas generaciones. El trabajo interdisciplinario e intersectorial es
esencial para construir intervenciones de salud pública coordinadas y
simultáneas, con diferentes sectores que aprecien las complejas circunstancias
causales e impactos del cambio climático. Todas estas acciones deben incluir
también un enfoque de justicia ambiental, dado que los efectos del cambio
climático no se distribuyen uniformemente entre los territorios, las regiones y
el mundo. Asimismo, los riesgos también se han distribuido de manera desigual
dentro y entre las poblaciones.5,6
Las acciones de mitigación del cambio climático son parte de las
medidas preventivas que podrían prevenir problemas de salud en niños y
adolescentes en lugar de tratarlos. Para ello es necesario reducir
drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes
ambientales, lo que en salud pública se conoce como abordar "las causas de
las causas". Como profesionales de la salud y equipos de salud infantil,
debemos velar por que se prevenga el avance del cambio climático. Para ello es
necesario aplicar el lema “salud en todas las políticas” y fortalecer el
trabajo interdisciplinario de defensa de la niñez y adolescencia con énfasis en
la mitigación del cambio climático. El trabajo intersectorial es esencial en
los sectores de educación, salud, vivienda, agricultura, energía y medio
ambiente. Del mismo modo, el papel de los profesionales de la salud y el mundo
académico es resaltar los beneficios para la salud de las medidas de mitigación
intersectoriales.6
http://doi.org/10.5867/medwave.2024.01.2805
No hay comentarios:
Publicar un comentario