lunes, 26 de febrero de 2024

¡El oxígeno también es tóxico en los niños mayores!

Publicado el 22 de febrero de 2024 por Keith Barrington

Un nuevo ECA de gran tamaño realizado en UCIP del Reino Unido comparó aleatoriamente dos rangos objetivo de saturación, 88-92 y >94%. (Peters MJ, et al. Conservative versus liberal oxygenation targets in critically ill children (Oxy-PICU): a UK multicentre, open, parallel-group, randomised clinical trial. Lancet. 2024;403(10424):355-64). Los niños <16 años de edad ventilados con oxígeno suplementario fueron aleatorizados dentro de las 6 horas posteriores al ingreso. La intervención se detuvo cuando el niño fue extubado. El resultado primario fue "la duración del soporte de órganos" hasta 30 días después del ingreso. Este fue “un criterio de valoración basado en rangos con la muerte en el día 30 o antes como el peor resultado (una puntuación que equivale a 31 días de soporte de órganos), y a los sobrevivientes se les asignó una puntuación entre 1 y 30 dependiendo del número de días calendario de soporte de órganos”. apoyo recibido. El soporte de órganos... incluía soporte respiratorio... soporte cardiovascular... y soporte renal. Otros componentes del soporte de órganos incluyeron analgesia o sedación, exanguinotransfusión, soporte neurológico y soporte metabólico”.
Se aleatorizaron 2040 pacientes y se incluyeron datos de 1872 de ellos (más sobre eso en un momento), la mitad de los niños tenían <1 año de edad.
Las diferencias en los resultados fueron pequeñas, pero hubo una reducción en el resultado primario adverso,


El tamaño del efecto se expresa de una manera que me resulta difícil de entender, es “un índice probabilístico de 0,53 (IC 95% 0,50–0,55; p=0,04 prueba de suma de rangos de Wilcoxon) lo que indica una mayor probabilidad de un mejor resultado en el grupo de oxigenación conservadora”.

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miércoles, 7 de febrero de 2024

El cambio climático impacta la infancia


Yohannessen K

Medwave, January 2024; Vol 24, Issue 1

En su último informe, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) afirmó que desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal impulsor del cambio climático a través de modificaciones antropogénicas persistentes en la composición de la atmósfera o el uso de la tierra.1 El calentamiento global ha provocado sequías y desertificación, acidificación de los océanos, derretimiento de los polos, aumento del nivel del mar y aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos (temperaturas extremas, fuertes lluvias e inundaciones, incendios forestales). Los daños evidentes a los ecosistemas y la pérdida de biodiversidad tienen consecuencias devastadoras para la salud, el bienestar y las condiciones de vida de la población.1,2
 
El cambio climático representa uno de los principales desafíos para la salud pública por sus impactos directos. Estos están relacionados con lesiones, enfermedades, agravamiento de comorbilidades y muertes por eventos climáticos extremos. Por otro lado, los impactos indirectos actúan a través de los sistemas naturales, aumentando el riesgo de enfermedades respiratorias, enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua y enfermedades transmitidas por vectores.3
 
El cambio climático es la mayor amenaza que enfrentan los niños y jóvenes del mundo. Esta porción de la población es más vulnerable a los efectos del cambio climático en la salud por cuatro razones principales:
 
1.    Tienen menos capacidad para soportar físicamente fenómenos meteorológicos extremos.
2.    Tienen sistemas fisiológicos que aún están en desarrollo y sus cuerpos se adaptan a un ritmo más lento, lo que los hace más susceptibles a las enfermedades relacionadas con el clima.
3.    Corren mayor riesgo que los adultos de morir a causa de enfermedades sensibles al clima y fenómenos meteorológicos extremos.
4.    Tienen toda la vida por delante; La exposición a la degradación ambiental y sus efectos a una edad temprana puede afectar negativamente su vida adulta.4,5
 
Como profesionales de la salud y equipos de salud infantil, debemos asegurar que se tomen medidas de adaptación sanitaria en respuesta a los efectos del cambio climático para que los sistemas de salud estén preparados para atender a los niños y adolescentes afectados por impactos directos e indirectos en la salud. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha reconocido que el cambio climático plantea riesgos importantes para la salud y el bienestar de la población, especialmente de los niños y adolescentes. También exige esfuerzos por parte de las autoridades sanitarias para crear sistemas de salud resilientes al clima que puedan anticipar, prepararse, prevenir, responder y recuperarse rápidamente de los riesgos climáticos. Algunos aspectos esenciales de estos sistemas son:
 
1.    Preparar la infraestructura sanitaria, garantizando instalaciones más seguras y operativas durante y después de los eventos climáticos.
2.    Capacitar y sensibilizar al personal de salud para reconocer los signos y síntomas de condiciones de salud relacionadas con el clima.
3.    Identificar eventos sensibles y riesgos por área geográfica para anticipar eventos de salud específicos.
4.    Implementar sistemas de vigilancia para anticiparse y preparar los establecimientos de salud.
5.    Empoderar, educar y crear conciencia entre los representantes locales de salud, incluidos niños y adolescentes.3
 
Si bien los impactos directos e indirectos del cambio climático en la salud de niños y adolescentes son significativos, no podemos pasar por alto sus impactos en los determinantes sociales de la salud que afectan las condiciones en las que los niños nacen y crecen y que amenazan con revertir los avances logrados en términos de salud y bienestar infantil.
 
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha sido enfático al afirmar que la crisis climática es una crisis de derechos de los niños y que el cambio climático puede amplificar las vulnerabilidades de los niños que ya viven en circunstancias peligrosas. Algunos de los derechos de los niños amenazados o vulnerados por el cambio climático son:
 
Derecho a la salud. La falta de preparación de los sistemas y servicios de salud debido a los daños a la infraestructura sanitaria hace que las intervenciones de emergencia sean menos efectivas o inexistentes.
 
Derecho a la vida y a la supervivencia. Los fenómenos meteorológicos extremos ponen en peligro directa e indirectamente la vida y la supervivencia de niños, niñas y adolescentes y sus familias.
 
Derecho a un ambiente sano y seguro. La degradación ambiental causada por el cambio climático afecta el entorno donde los niños y adolescentes nacen, aprenden, juegan y se desarrollan. Además, cuando un lugar se vuelve inseguro, muchas familias se ven obligadas a mudarse y los niños y adolescentes se ven obligados a abandonar sus escuelas y comunidades, lo que afecta su educación y bienestar.
 
Derecho a la alimentación. El cambio climático afecta la producción de alimentos, provocando escasez de alimentos y aumentos de precios, aumentando la desnutrición infantil, retraso en el crecimiento y vulnerabilidad a las enfermedades.
 
Derecho a la educación. Los fenómenos meteorológicos extremos suelen perturbar la educación de niños y adolescentes (escuelas dañadas por inundaciones e incendios, entre otros), provocando la pérdida de oportunidades de aprendizaje. Por otro lado, las temperaturas extremas y el humo de los incendios podrían hacer que las aulas sean inseguras o inadecuadas para el aprendizaje.
 
Derecho a la participación. Los niños y adolescentes suelen quedar excluidos de las decisiones relacionadas con el cambio climático, aunque su futuro esté en juego.
 
Todos estos derechos amenazados y violados son perjudiciales para la salud, el desarrollo cognitivo y los resultados de aprendizaje actuales y futuros de este grupo de edad, lo que en última instancia afecta el logro educativo y las oportunidades laborales posteriores.4,5
 
Los profesionales de la salud y los equipos de salud infantil deben garantizar medidas de adaptación en todos los sectores. Esto exige poner “la salud en todas las políticas” para abordar los impactos del cambio climático en el desarrollo saludable de niños y adolescentes de cara al futuro. En otras palabras, debemos considerar cómo la preparación para los impactos indirectos actuales del cambio climático beneficiará a los futuros adultos y a las próximas generaciones. El trabajo interdisciplinario e intersectorial es esencial para construir intervenciones de salud pública coordinadas y simultáneas, con diferentes sectores que aprecien las complejas circunstancias causales e impactos del cambio climático. Todas estas acciones deben incluir también un enfoque de justicia ambiental, dado que los efectos del cambio climático no se distribuyen uniformemente entre los territorios, las regiones y el mundo. Asimismo, los riesgos también se han distribuido de manera desigual dentro y entre las poblaciones.5,6
 
Las acciones de mitigación del cambio climático son parte de las medidas preventivas que podrían prevenir problemas de salud en niños y adolescentes en lugar de tratarlos. Para ello es necesario reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero y contaminantes ambientales, lo que en salud pública se conoce como abordar "las causas de las causas". Como profesionales de la salud y equipos de salud infantil, debemos velar por que se prevenga el avance del cambio climático. Para ello es necesario aplicar el lema “salud en todas las políticas” y fortalecer el trabajo interdisciplinario de defensa de la niñez y adolescencia con énfasis en la mitigación del cambio climático. El trabajo intersectorial es esencial en los sectores de educación, salud, vivienda, agricultura, energía y medio ambiente. Del mismo modo, el papel de los profesionales de la salud y el mundo académico es resaltar los beneficios para la salud de las medidas de mitigación intersectoriales.6
 
http://doi.org/10.5867/medwave.2024.01.2805